INTRODUCCIÓN:
Creo que todos están de acuerdo conmigo en que el obrero es digno de su salario, pero será que ¿debe ser la paga la motivación principal del obrero?
Muchos de nosotros hemos sido llamados desde temprano a la viña del Señor. Y también muchos de nosotros, erróneamente, hemos fijado nuestra mirada en el pago, sólo en aquel día en que el Señor ha de juzgar a los vivos y a los muertos. Si pensáramos con humildad que cada minuto de nuestro servicio en el Reino es una recompensa, seguramente la fertilidad de la obra de nuestras manos sería mayor y esperaríamos con mayor certeza la gran recompensa que el Señor nos ha prometido y que sin duda alguna nos dará.
Hoy este Padre de familia que nos dio la privilegiada oportunidad de estar sirviendo en su viña nos quiere invitar a que consideremos la calidad de nuestro trabajo en la viña y a afirmarnos en la esperanza de su recompensa.
Lectura del texto: Mateo 20: 1-16
CONTEXTO:
-La expectativa de recompensa de los discípulos
La parábola recrea la gran recompensa que Dios dará a aquellos que haciéndose humildes de corazón, se comprometan con alma, vida y sombrero con el reino de Dios y su justicia. En el capítulo anterior Jesús había conversado con un joven rico que confiaba en su capacidad de cumplir la ley para obtener la vida eterna. Cuando Jesús le desafía a vender sus posesiones, darlo todo a los pobres y seguirle, éste joven se entristece porque era muy rico y se va. Luego Jesús diría: de cierto os digo que es más fácil pasar un camello por el ojo de una aguja, que entrar un rico en el reino de Dios. Pedro se apresura a decirle a Jesús que ellos, los discípulos, lo habían dejado todo por seguirlo a él y quería saber qué obtendrían por ello. Jesús les aclara que cualquiera que se haya desprendido de lo material: casas o tierras y aún de lo afectivo: padres, hermanos, mujeres o hijos, por seguirle a él, recibirá cien veces más, y heredará la vida eterna. Surge allí el principio de que los últimos serán primeros y los primeros últimos.
Según el escritor Matthew Henry esto quiere decir que “para Dios, la antigüedad, la nobleza de nacimiento, la raza, la posición social o económica, etc, no cuentan en cuanto a la recepción de la gran recompensa que es la vida eterna”.
Tesis: “Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame”.
Ahora, quisiera que partiéramos de la siguiente pregunta: ¿Podemos nosotros confiar en esto? Y el propósito de este mensaje es que podamos, en efecto, dar respuesta a esta pregunta y afirmar nuestro servicio y esperanza de la recompensa que hemos de recibir. Y me propongo hacerlo descubriendo algunas cualidades del Dios que nos ha llamado a servirle, el tipo de terreno al cual nos ha llamado a trabajar y la calidad del servicio que Él espera que le prestemos.
En primer lugar quisiera hablarles de
I. LA BONDAD DEL HACENDADO
Aspectos del carácter de Dios que nos muestra la parábola:
• Dios Padre de familia: De entrada la parábola nos revela que aquel que nos ha contratado es una padre, no es un desconocido sino alguien que se a acercado a nosotros como lo hace una padre a sus hijos.
• Dios oportuno: “Y saliendo cerca de…” Porqué cerca de y no después de. Esto sugiere que el Señor se dispone para llegar a tiempo. Llega antes, se anticipa y trae a la siguiente hora y al resto del día (de la vida) total sentido. Llega a tiempo, quizás llegó a nuestra vida en el preciso momento en que entraríamos a un nuevo ciclo, una nueva situación más oscura, tal vez. Y él llegó allí para inaugurar el tiempo, para darle sentido a los momentos siguientes. Quizás en una situación desesperada, cuando sabía que un poco más tarde, acaso media hora después y nos hubiéramos “reventado”. El Señor de los “cerca de”.
• Dios cumplido: “Abre el día de mañana y lo cierra en la noche”.
“Cuando llegó la noche”. Esta es una expresión que marca la intervención de Dios para ponerse a cuentas. Dios abre el día y cierra el día. Así, Él abre la historia y también la cierra. La historia no es, pues, una sucesión ininterrumpida de situaciones en el tiempo que le conducen a ningún lugar. No, la historia tiene sentido. El Señor ha puesto a girar la rueda de la Creación, también Él la detendrá.
• Dios de otros:
Del diccionario de la gracia: “los otros”. Vio a otros que estaban en la plaza desocupados…” Delante de Dios no estamos solo nosotros, también hay otros. Al otro también lo ve Dios, y también va y lo busca. Quizás para algunas personas nosotros no seamos merecedores de la bondad de Dios, pero también para nosotros son las bendiciones del reino. Quizás para nosotros, algunas personas no merezcan la bondad de Dios, pero también para ellas son las bendiciones del reino. Porque su reino es reino de misericordia para con todos.
Recordemos que estamos tratando de extraer de la parábola elementos que nos permitan afirmarnos en el servicio y la esperanza de la recompensa que hemos de recibir. Porque: “Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame”.
Si en el primer punto apreciábamos “la bondad del hacendado”, vamos a indagar ahora un poco acerca de:
II. LAS DELICIAS DE LA VIÑA
La viña es un gran campo para el cultivo de la vid, una planta que produce uvas. La viña del Señor es su iglesia, la conforma cada uno de nosotros, somos parte de ella pero también nos ha llamado para que sirvamos en ella. Nos ha traído para que seamos arte y parte en ella.
En la viña se maneja una economía, es decir, hay una administración eficaz y razonable de los bienes, y este modelo de economía proviene del reino de los cielos, es decir proviene de Dios.
Quisiera que miráramos entonces la primera delicia de la viña:
• La economía del reino:
La ganancia en el reino de los cielos no la acapara un terrateniente que explota a sus obreros. En la viña del Señor ganamos todos, porque su tierra da buenos frutos, por favor, los mejores, y su salario, su pago es pura generosidad.
La ganancia en el reino de los cielos es dar más de lo bueno. El rendimiento no se basa en mayor explotación de la mano de obra sino en mejor salario a sus obreros. Lo justo para Dios es mucho más de lo que merecemos. Esto es una paradoja: pareciera ser que en el Reino de los cielos se pone más la mirada en los egresos que en los ingresos. Hacer todo lo necesario para que muchos más vengan a disfrutar del trabajo en la viña y obtener el mejor pago. Hay una mayor preocupación por dar que por recibir.
Hay algo paradójico: parece que más que lo que estos obreros pudieran aportar a la viña, era lo que la viña les podía aportar a ellos. Aquí está la segunda delicia de la viña:
• Los frutos de la viña:
Bueno, no estoy hablando de cualquier viña. Una viña con un Señor que se ocupa él mismo de contratar y él mismo de estar presente en el momento del pago, es un terreno especial.
¿Qué tipo de frutos se siembran en esta viña?
- Sandía de comunión: “id también vosotros a mi viña”.
- Naranjos de justicia: “os daré lo que sea justo”.
- Kiwi de bondad: “quiero dar a este lo mismo que a ti”
- Pera de generosidad: “Y al venir los que habían ido cerca de la hora undécima, recibieron cada uno un denario”.
Un poco la eternidad del hombre la define el tipo de fruto que consume. Desde el Edén en Génesis, hasta el Apocalipsis, su eternidad estará definida por el fruto que nutre su corazón. Y hay frutos de justicia de Dios buenos, deliciosos, dulcecitos y jugosos como una naranja tangelo. Pero también hay frutos de diablo, podridas, amargas, a primera vista deliciosas por fuera, pero atiborradas de gusanos y podredumbre por dentro, frutos que amargan al corazón y engendran la muerte.
Pero el Señor nos invita a trabajar en su viña, y al trabajar en ella se multiplican sus frutos y entonces también nosotros saboreamos las delicias de su bondad, de su generosidad.
Por esto podemos confiar en que : “Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame”.
Pero para ser beneficiarios de sus recompensas es también preciso que cumplamos algunos requisitos. Vamos ahora a ver el tipo de
III. LOS OBREROS QUE REQUIERE LA VIÑA
Actitudes a cultivar en el corazón:
• La fe
Los últimos obreros fueron a la viña motivados por la fe. A ellos no se les había prometido un denario, fueron a trabajar con la confianza en que recibirían “lo justo”.
• La gratitud: Nuestro servicio en el Reino de Dios debe estar marcado por una actitud de humildad asumiendo como primera bendición el privilegio de habernos llamado a hacer parte de su viña y confiando en que por su justicia nos hará merecedores de mayores recompensas.
• Actitud de renuncia:
Si a los primeros obreros les sobraba noción de privilegio, estos se destacaron por tener “noción de renuncia”, trabajaron motivados por la gratitud, se entregaron con cuerpo y alma creyendo la promesa de que recibirían “lo justo”.
APLICACIÓN
En el ejercicio de nuestra fe somos susceptibles de atesorar en nuestro corazón cosas que nos hacen creer que estamos sobrados. Es necesario que hagamos un autoexamen y revisemos cómo está nuestro celo por las cosas del Señor. Es posible que debamos renunciar a algunas cosas que atesoramos.
Tal vez:
-Comodidad: El Reino de los cielos es una viña, una hacienda para trabajar, no una finca de recreo para descansar”. El Señor llamó a obreros, no a turistas.
A veces llegan más delante del trono de Dios nuestros ronquidos que nuestras oraciones.
-Noción de privilegio por el cumplimiento de ritos: Asistir a la iglesia por años, haber hecho la oración de fe y haberse hecho bautizar, la estabilidad económica, la autoconfianza por la piedad, hacer parte de una familia cristiana de toda la vida, ser muy estudiosos de la palabra.
Eres de los que siente que el Señor te debe más o de los que siente que le debes y en consecuencia te comprometes con gratitud por su proyecto, el reino de los cielos. No estoy hablando de que la eternidad se gane por obras, porque es imposible. Pero no olvidemos que el Señor nos llamó como obreros para dar fruto en su viña, no para holgazanear.
CONCLUSIÓN - ILUSTRACIÓN:
Las autoridades religiosas de la época de Jesús estaban adormecidas en su autoconfianza. Creían que sólo ellos merecían el favor de Dios porque Dios los había llamado hace tiempo y porque se apegaban al cumplimiento de ritos y tradiciones. Se creían los primeros y terminaron siendo los últimos. Seamos diligentes y celosos en la búsqueda del reino de Dios, en seguir a Cristo. No sea que se cumpla en nosotros la siguiente sentencia que Jesús hizo a los fariseos :
“Haced, pues, frutos dignos de arrepentimiento, y no penséis decir dentro de vosotros mismos: A Abraham tenemos por padre; porque os digo que Dios puede levantar hijos a Abraham aun de estas piedras.
Y ya también el hacha está puesta a la raíz de los árboles; por tanto, todo árbol que no da buen fruto es cortado y echado en el fuego”. Mat. 3 : 10
Ánimo, hagámonos un autoexamen porque:
“Dios es bondadoso y nos recompensará grandemente si le servimos de todo corazón en el momento de la vida en que él nos llame”.
miércoles, 8 de octubre de 2008
DIOS RECOMPENSARA GRANDEMENTE AL OBRERO FIEL. Mateo 20:1-16
Publicado por
Alexander Wchima
en
15:51
Etiquetas: misericordia, recompensa, reino de Dios
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